PROGRAMA “CONOCIENDO LOS PECES DE MISIONES”
¿QUÉ TE PARECE SI HACEMOS
ESTO CON LAS ESCUELAS?
Por María Espíndola
La curiosidad es el motor del desarrollo científico y desde este punto de vista podríamos decir que todos los niños y las niñas son científicos, porque son sus preguntas constantes las que muchas veces llevan a los adultos a reflexionar o buscar formas de explicar conceptos, fenómenos o situaciones que experimentamos cotidianamente pero que muy pocas veces indagamos o profundizamos.
Alicia Álvarez es doctora en Biología y trabaja desde hace 22 años en el Proyecto Biología Pesquera Regional, que depende de la Facultad de Ciencias Exactas, Químicas y Naturales (FCEQyN) de la UNaM. Hace algunos años, la escuela a la que asisten sus hijos organizó una actividad en la que invitaban a las madres y los padres a contar cuál era su profesión o su campo laboral. Alicia pensó, juntó algunos materiales didácticos -lupas y algunos ejemplares de peces en distintas fases de crecimiento- y fue rumbo a la institución. “Tuve una recepción muy buena con los chicos y con las docentes, y al volver de esa actividad personal le planteé a la Mgter. Gladys Garrido, la directora del proyecto:
¿qué te parece si hacemos esto con las escuelas?”. Y así nació el programa “Conociendo los peces de Misiones”, que visita escuelas secundarias, primarias y de educación especial; e invita grupos de estudiantes a conocer un laboratorio pionero en las investigaciones limnológicas y en particular, del estudio de la fauna íctica de ríos y arroyos de la Provincia de Misiones desde la Universidad Nacional de Misiones.
“La idea es hablar del cuidado y conocimiento de nuestra fauna autóctona, porque cuando hacemos una primera indagación, los nombres de peces que surgen son peces marinos, que no existen en la región y que ellos conocen quizá por películas”, cuenta la investigadora. La actividad permite que los niños y adolescentes utilicen lupas, manipulen material íctico de adultos, de larvas, huevos, escamas; que participen de explicaciones con el uso de láminas, juegos didácticos y dibujos para pintar, experiencias e instancias de aprendizaje que mantienen y elevan el interés de los y las estudiantes en temas científicos.
Preguntar es abrir y descubrir un mundo independiente. Esta interacción entre la universidad y la escuela responde y abre interrogantes que favorecen la incorporación de nuevos conocimientos.
“Ellos tienen una relación muy fuerte con el río y los peces, nos cuentan sus propias experiencias en el río, con los peces o en la pesca con los padres y los abuelos, y ese conocimiento previo nos permite trabajar”, relata Álvarez.
En algunos encuentros aparecen preguntas que sorprenden a los investigadores, como la necesidad de saber sobre peces migradores, un concepto que no está muy arraigado ya que comúnmente nadie imagina que los peces pueden migrar para alimentarse o reproducirse. “Esto da la pauta de que los chicos quieren respuestas y quieren conocer su ambiente”, enfatizó la especialista.
Los chicos y las chicas manifiestan que a raíz de esta experiencia pueden investigar, pueden abrirse, resuelven sus dudas y conocen “lo de acá”. Entienden más fácil al ver fotos o al manipular los materiales. Los y las docentes, muy contentos, porque ven lo enriquecedora que es la experiencia para toda la comunidad educativa y es una manera distinta de acercarse a los conocimientos.
Álvarez cuenta que son muchas las inquietudes de los estudiantes, les preguntan qué estudian ellos para hacer lo que hacen y eso, para la investigadora es muy valioso, porque pueden compartir la ciencia argentina y todo lo que hacen desde la Universidad Nacional de Misiones.
La pregunta como guía y motor, la pregunta como descubrimiento, la pregunta como puente en un vínculo sumamente necesario para el desarrollo humano y social: la escuela y la universidad.